




NUESTRA HISTORIA DESDE LOS PRIMEROS QUE LLEGARON DE ESPAÑA
Se casó en Popayán – el 3 de Junio de 1938- con VÍCTOR GÓMEZ GÓMEZ, General de la República. Nació en Bogotá el 1 de junio de 1916 y murió en Popayán el 10 de Julio de 1999, ciudad a la que sirvió en repetidas ocasiones ocupando importantes cargos.
Tuvieron dos hijos:
VICTOR JOSÉ GOMEZ MOSQUERA
Nació en Popayán el 9 de Marzo de 1939.Ingeniero Civil de la Universidad del Cauca. Casado con la dama payanesa AMALIA HEREDIA, de quien luego se separó.
Dos hijos:
-Rafael Gómez Heredia. Nacido en Popayán. Se casó con Ana María Rodríguez. Una hija: Laura Gómez Rodríguez.(Tataranieta de Antonio Heladio)
-Elizabeth Gómez Heredia. Nació en Popayán. Casada con Antonio Hellhach, quien murió joven en accidente. Un hijo: Pablo Hellhach Gómez (Tataranieto de Antonio Heladio)
Nació en Popayán el 29 de Octubre de 1941. Músico y compositor, comenzó estudios de Derecho en la Universidad del Cauca. Se casó con LILIANA VALENCIA RAMÍREZ, natural de Popayán. Donde residen al 2008.
Dos hijos:
Se casó en Popayán, el 7 junio de 1934 con PEDRO EMILIO THOMAS TELLO
Ingeniero Civil de la Universidad del Cauca. Nació en Ipiales, Nariño, el 4 de mayo de 1909 y murió el 6 de junio de 1973 en Popayán. Tuvieron Cinco hijos.
Sus Hijos:
JULIO ANTONIO GERARDO THOMAS MOSQUERA. Nació en Popayán el 24 de marzo de 1935. Murió en Manizales el 6 Noviembre de 1987.Ingeniero Civil de la Universidad del Cauca. Se casó en Manizales con BERTA RESTREPO JARAMILLO. Natural de Manizales.
Dos hijos:
-Guillermo Thomas Restrepo. Nació en Pereira. Administrador de Empresas de la Universidad Javeriana. Casado con Ángela María Jaramillo Baly. Dos hijos: María Thomas Jaramillo. Nació en abril de 1993 y Pedro Thomas Jaramillo, nació en Enero de 1997. Los dos nacidos en Manizales (Tataranietos de Antonio Heladio).
ALVARO THOMAS MOSQUERA
Nació en Popayán el 27 de Abril de 1936. Arquitecto de la Universidad del Valle con Postgrado Urbanismo de la U. Rotterdam. Casado con MARÍA EUGENIA PÉREZ FERNÁNDEZ (La “Gordis”). Arquitecta de la Universidad del Valle. Nacida en Cali.
Tuvieron dos hijos:
-Julio Gonzalo Thomas Pérez. Nació en Cali. 6 agosto de 1982 Administrador de Empresas de la Universidad del Valle
AMPARO THOMAS MOSQUERA
Tres hijos:
-Carlos Eduardo Solarte Thomas. Nació en Popayán. Médico de la Universidad del Cauca. Oftalmólogo de la Clínica Barraquer de Bogotá. Casado con María Paola Ortiz, nacida en Neiva. Dos hijos: Juan Andrés Solarte Ortiz, nacido en Popayán el 19 de Julio de 2002. Pablo José Solarte Ortiz, nacido en Cali el 28 de junio de 2009.(Tataranietos de Antonio H Mosquera)
-María Ximena Solarte Thomas. Nació en Popayán. Ingeniera Industrial de la Universidad Javeriana de Cali. Se casó con Luis Fernando Collazos, abogado. Dos hijos mellizos: Alejandro y Valentina Collazos Solarte. Nacidos el 11 de Julio de 2003. (Tataranietos de Antonio H Mosquera)
- Santiago Solarte Thomas: Nació en Popayán el 14 de Junio de 1980. Ingeniero Electrónico de la Universidad del Cauca. Se casó con Adriana Serna en Popayán el 13 de diciembre de 2008. -Andrea Tovar Thomas. Nació en Bogotá el 8 de Noviembre de 1978. Arquitecta
de Interiores de la Universidad Santa Mónica de California. Casada el 17 de enero de 2009 en Anapoima, Cundinamarca con Borja Sanz de Madrid Ochoa.
-Marcela Tovar Thomas. Nació en Bogotá el 19 de Marzo de 1980. Filosofa de la
Universidad Nacional de Bogota, Especialista en Educación. Casada el 8 de Septiembre de
2007 con Cristophe Enault, nacido en Normandía, Francia.
Segundo matrimonio de Patricia Thomas con DANIEL ARANGO MANTILLA ,
nacido en Bogotá el 10 de Junio de 1948. No hay hijos.
Nació en Popayán el 20 de octubre de 1951. Casada y separada del Médico CARLOS
JARAMILLO. Trabajo hasta el momento de pensionarse en la Clínica Barraquer de Bogotá.
Dos hijos:
-Mariana Jaramillo Thomas. Nació en Bogotá el 27 de Abril de 1979.Comunicadora Social de la Universidad de la Sabana. Postgrado en Madrid, España. Casada en Junio del 2007, con Alejandro Ángel Manrique. Médico. Viven en Bogotá al 2008. Su hija, Amelia Angel Jaramillo (Tataranieta de Antonio Heladio) nació en septiembre de 2009.
Nació en Popayán el 5 de Marzo de 1945. Licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad del Cauca. Se casó con JORGE COHEN SALAS, Médico de la Universidad del Cauca, realizó su especialización en Cardiología en México.
Dos hijos:
-Jorge Iván Cohen Cajiao. Nació en Popayán. Médico de la Universidad del Cauca, Especialista en Cuidados Intensivos, de la Universidad de Antioquia. Se casó con Ana Lorena Bonilla. De ésta unión no hay hijos.
SIN FINAL
ES UN BRINDIS:
POR LOS SERES QUE NO CONOCIMOS
Y QUE SON NUESTROS.
POR LOS QUE SÍ CONOCIMOS…
Y NO SON NUESTROS.
POR NUESTROS VIEJOS QUERIDOS.
POR LOS HERMANOS QUE SIEMPRE ESTÁN.
POR LOS AMORES PERDIDOS,
CUANDO NO SABIAMOS PERDER..
POR LOS AMORES ENCONTRADOS
CUANDO YA APRENDIMOS.
POR EL MIEDO DE LA JUVENTUD
A QUEDARNOS LEJOS
Y POR LA SEGURIDAD QUE VIENE DESPUÉS,
CUANDO TODO SE ACERCA.
POR EL DOLOR DEL CAMINO Y POR LA ALEGRÍA.
POR LOS NIÑOS QUE LLEGARON
PARA DESPUÉS, FELIZMENTE,
REPETIR LA PARTIDA….
POR LA PRECIOSA SENSACIÓN DE LA AMISTAD
Y POR EL SER, ESE SER EXTRAÑO
QUE AL GUNAS VECES LLEGA PARA
COMPARTIR LA VIDA; CON DIFICULTAD,
CON FALLAS, SIN PREGUNTAR MUCHO,
CON ACIERTOS, SIN PEDIR,
CON AMOR.
POR LAS LÁGRIMAS, POR LAS RISAS.
POR LA VIDA DE NUESTROS MUERTOS
Y DE NUESTROS VIEJOS QUERIDOS.
Y POR LA MUERTE
DE LOS QUE VAMOS QUEDANDO..
EN EL NOMBRE DEL PADRE
Y DEL HIJO Y
DEL ESPIRITU SANTO
AMÉN.
Brunilda Mosquera París
Agosto 15 de 2008
BUENA FALTA HACE, A ELLOS Y A NOSOTROS, LOS VIVOS DE AHORA, QUE ALGUN SER PODEROSO NOS BRINDE PROTECCION. SUPONGO QUE UNA SONRISA TIERNA LES SACAMOS AL VERNOS REZANDO POR ELLOS, POR QUIENES NO REZA NADIE HACE TANTO…(En ésta imagen se ve el compromiso de Julián Arboleda Scarpetta con Rafaela Arboleda)
En el siglo XV, en Cuenca España, florecía el apellido Arboleda.
Arboledas son de origen francés, de un Condestable Arbolet quien vino a luchar contra los moros al servicio del rey de Castilla.
En el escudo de aparecen unos árboles como alusión al apellido, el cual es una corrupción del francés.
GONZALO ARBOLEDA. Natural de Cuenca. Nació en 1498. Se casó con Juana Gómez Montalvo.
Uno de sus hijos:
HERNANDO ARBOLEDA Y GÓMEZ – Nació en Cuenca en 1530. Se casó con María Toledo.
Uno de sus hijos:
GONZALO ARBOLEDA TOLEDO. Nació En Cuenca EN 1565. Se casó con Luisa Ortiz.
Uno de sus hijos:
BACHILLER JACINTO ARBOLEDA ORTIZ. Nació en Granada, España, en 1599. Se casó con Teodora Salazar Olea.
Uno de sus hijos:
CAPITAN FRANCISCO ARBOLEDA Y SALAZAR. Nació en Granada, 1635. Llegó a América, a Cali .Se casó el 28 de Abril de 1662, con Agustina Hurtado Del Águila, muerta en 1724. Tuvieron 13 hijos.
Su noveno hijo:
FRANCISCO JOSÉ ARBOLEDA SALAZAR Y HURTADO. Nació en Popayán el 7 de Agosto de 1677 y murió en 1745. Se casó en Bogotá el 17 de Julio de 1707 con Francisca Vergara y Gómez de Sandoval, Bogotana, nacida el26 de Abril de 1693.
Uno de sus hijos:
FRANCISCO ANTONIO ARBOLEDA Y VERGARA . Nació en Popayán el 13 de Junio de 1732 y murió allí mismo el 29 de Enero de 1793. Se casó el 8 de Septiembre de 1751 con Juana Francisca Arrechea Mosquera ( hija del Vizcaíno Martín Arrechea e Ignacia Mosquera Prieto de Tobar). Doña Juana Francisca murió en 1780.
Entre sus hijos:
ANTONIO ARBOLEDA VERGARA Y ARRACHEA.Nació en Popayán en Junio de 1770 y murió el 17 de Marzo de 1825. Se casó con Rafaela valencia y Valencia.
Entre sus hijos:
MANUEL ESTEBAN ARBOLEDA VALENCIA.Nació en Popayán el 2 de Enero de 1800 y murió en Cali el 3 de Junio de 1871. Se casó con su prima hermana Paula Arboleda Arrechea. Murió de sesenta años el 6 de Julio de 1865. Tuvieron 22 hijos.
Su tercer hijo:
SIMON ARBOLEDA Y ARBOLEDA
Nació en Popayán el 30 de Diciembre de 1824 y murió en Palmira el 9 de Septiembre de 1883. Hermano de María Ignacia Arboleda y Arboleda, segunda mujer de Tomas Cipriano de Mosquera. Se casó dos veces.Primer matrimonio con Filomena Cajigas y Piñeiro (1864).
Se casó por segunda vez en Cali el 16de Mayo de 1868, con EUDOXIA SCARPETTA Y DELGADO (Hija de Manuel Antonio Scarpetta Martínez y Juana Delgado Scarpetta) quien nació en Cali el 16 de mayo de 1840 y murió en Palmira el 28 de enero de 1881.Hubo cinco hijos: Mariana, Julián, Amalia, Carlos y Manuel Antonio Arboleda Scarpetta. Quienes quedaron huérfanos muy jovencitos y fueron llevados a casa de su tía María Ignacia quien se hizo cargo de ellos, muy especialmente de Manuel Antonio que era muy niño. Este niño llegaría a ser Arzobispo de Popayán.
Entre sus hijos:
MARIANA ARBOLEDA SCARPETTA. Nació en Palmira el 30 de Septiembre de 1872 y murió en Popayán, en la casa de su hija María Luisa Mosquera de Thomas, el 29 de Enero de 1954. Se casó con Antonio Heladio Mosquera Castrillón. Este matrimonio que aparece al final de los MOSQUERA reseñados anteriormente, forma nuestro apellido MOSQUERA Y ARBOLEDA el cual se ha repetido a lo largo de nuestra historia familiar. Apareciendo en este siglo XXI del hogar formado por EDUARDO MOSQUERA ARCILA Y YOLANDA ARBOLEDA CÁRDENAS. Quienes se radicaron en la ciudad de Cali. Siendo sus hijos Armida (Amy), Juan Carlos y las gemelas Helena y Claudia Mosquera y Arboleda.
BRUNILDA MOSQUERA PARIS
CALI, TERCER CONGRESO DEL PRIMO MOSQUERA. AGOSTO 16 Y 17 DE 2008.
(HE QUERIDO COMPARTIR CON USTEDES ESTA AUTOBIOGRAFIA DE MI PAPA, PORQUE LA DISFRUTARÁN MUCHO. BRUNILDA MOSQUERA)
En un reportaje de JORGE LUIS ARANGO.
(El abogado Jorge Luís Arango fue quien trajo la televisión a Colombia. Cuya señal fue transmitida por primera vez el 13 de Junio de 1954.Esta salía desde el sótano de la Biblioteca Nacional y era retransmitida desde la azotea del Hospital Militar para dos ciudades: Bogotá y Manizales por el canal 8.)
Dice Jorge Luís: “Ofrecemos en esta edición los fragmentos iniciales de la auto biografía de Alberto Mosquera, quien, según sus propias palabras, espera su defunción para poder terminarla”.
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Nací el 8 de Julio del año de 1904 – empezó afirmando Mosquera en tono subrayado, como en una lección – hecho que me ayudaron a llevar a cabo cuando tenía tres meses y cinco días de edad , pues, según cálculos y pronósticos, mi irrupción al mundo debía haberse efectuado el día tres de abril del mismo año.
Como se ve, soy retrasado natal, y los hechos, luego, han venido a demostrar el ningún afán que tenía de venir al mundo a cumplir mi cometido histórico.
Cuenta la Negra Mina, mi nodriza, que nací con muy pocos deseos de respirar y que doña Inés , antes de entendérselas con mi ombligo, tuvo que colocar en mis incipientes posaderas el primer mojón de las nalgadas de mi vida para sacar de la inhibición el primer “do” de pecho que, según cuentan las crónicas familiares, lo dí a tiempo y sin utilizar para este sonido la letra “e” que es la aconsejable a los recién nacidos, sino la letra “u” letra mucho más avanzada para mi caso de criatura de tres meses y cinco días.
Mejor dicho, es fama que no hice:
Éhé! Éhé! Éhé!
Sino,
Uhú! Uhú! Uhú!
Auncuando esto de la letra usada en mi primer berrido no viene al caso, ni después ha tenido influencia alguna en los destinos futuros, creo conveniente hacer notar que, seguramente, por el mismo hecho de ser un retrasado natal, llegué a la pelota con un vago conocimiento de las vocales.
Luego, cosa trascendental en la vida del hombre, vino la época del “gateo”, o sean los primeros anhelos de locomoción en cuatro patas.
Fue en este entonces cuando la gelatina de mis huesos tomó algo de consistencia por obra y gracia de la tierra que el instinto me hacía comer y que encontraba a mano y boca en las rendijas amplias del colonial enladrillado de los corredores de la casa paterna.
Con las nalgas al aire y un nudo en el camisón, sobre el anca, y haciendo pocitos de diurética diversión en los baches del piso, corrieron – ¡no sé cuántos! - meses.
Durante esta época, pudieron las vecinas confirmar, plenamente, la veracidad de mi sexo masculino.
El muchacho o muchacha que de niño no gateaba, quedaba en entredicho para toda su vida. Se comentaba que sus progenitores – quienes seguramente ya maliciaban la existencia de los microbios y algo habían oído hablar de los huevos de lombriz entre el polvo de las rendijas – pretendían ocultar alguna deformidad íntima de su cría.
Empacado dentro de una talega de “bayeta de castilla”, peluda y áspera, que se cerraba al cuello con una jareta inabordable, dormí mi infancia sobre un cuero de chivo... – La talega tenía por objeto el que no me desabrigara cuando los diablos y los duendes me llevaban a los infiernos, en mis sueños repletos de parásitos intestinales y de atracones de corozos y guayabas.
El cuero de chivo era la línea Maginot que la economía doméstica aconsejaba entre mis riñones, la sábana y el colchón de junco.
Este cuero jamás perdió el aroma original que tuvo cuando fue propiedad del animal en vida. Por lo tanto, no se sabía, a ciencia cierta, de quien era la culpa y la responsabilidad estuvo siempre repartida entre el cabro despellejado y yo.
Debo advertir, en mi descargo, que yo no inicié a este infeliz cuero de chivo en su existencia de hipocresía
y mimetismo. Tal honor correspondió a Carlos Arturo, mi hermano, editado un año antes, el dos de mayo de mil novecientos tres. El inició las hostilidades.
También es verdad que, este cuero y mi cuna, le tocaron en herencia infantil a Eudoxia, quien se apareció por este mundo dos años después. Yo no necesitaba el cuero, pues, para ese entonces, como ya tenía un remoto presentimiento de Pavlov y me había educado con la adquisición de nuevos reflejos.
Mejor dicho, no me orinaba en la cama.
- Y luego qué época recuerdas con mayor satisfacción?
- Mi época de las lombrices, fue un período sumamente importante.
Cuatrocientas cincuenta y seis áscaris arrojé con un frasco de “Tiroseguro” o “Fanestoc”, que recetó Gabriel Caicedo y que me hicieron tomar “trincado”, o sea tapándome la nariz para obligarme a respirar por la boca y, por consiguiente, abrirla, apertura que mi mamá ayudaba a perfeccionar con el cabo de una cuchara, mientras la negra Mina me metía hasta el esófago el cuello del frasco con el terrible aceite de quenopodio.
Fueron cuatrocientas cincuenta y seis lombrices. Mina las contó con un palito.
Yo mismo fui testigo de las operaciones aritméticas de la Negra sobre estos parásitos que hicieran creer en un principio que yo era víctima de la epilepsia y que en mi largo yardaje intestinal establecieran tan odioso comensalismo.
Varios muchachos del barrio de la Pamba vinieron a ver las lombrices. La noticia de esfuerzos había volado en alas de la fama. Yo era un campeón. Había establecido un record. Jorge Eduardo Castrillón tan solo había echado doscientas quince y Paulina Uribe, apenas si había llegado a las ciento cincuenta.
A ellos también Gabriel Caicedo les había recetado “Tiroseguro” y también habían sido “trincados” para que se lo tomaran.
¡Pero yo era el campeón ¡
Misiá Ana María Peña, se resistía a creer que todas fueran mías. Estaba convencida de que me habían ayudado. Lo mismo que pasaba con los dibujos de la escuela.
Tuve que recurrir al testimonio de la Negra Mina.
De una mano, a la fuerza y con súplicas, sin que ella supiera para qué la llevaba, pues solo le decía que era para “una cosa” , logré movilizarla hasta la sala.
Confirmó que eran mías. Todas!
Misiá Ana María, para felicitarme, me hizo una caricia. Esta consistió en cogerme, muy risueña – pero sabe Dios con qué ganas de asesinarme por dentro – de las narices y hacerme un afectuoso meneo en ellas, para lado y lado. No sabía que padecía de hemorragias nasales y la que me sobrevino por culpa de mi record, trabajo costó pararla. A pesar de haber levantado el brazo izquierdo y echado la cabeza hacia atrás; de la plancha fría en la frente y una rodaja de papel prendida al paladar.
Este fue mi primero y último record.
Quedé escarmentado.
A ratos creo que este recuerdo ha trabajado tenazmente en mi subconsciente, constituyendo un serio complejo que, luego, en el curso de los años, no me ha permitido triunfar en ninguna otra clase de deportes.
-Desde muy niño me he urgado las narices – siguió diciendo el poeta de los Disparatorios. – Claro que no he llegado hasta el extremo de comer mocos, pero a decir verdad, creo que tienen un ligero sabor salobre.
Como todas las secreciones humanas.
El hombre no es más que una colonia organizada de células marinas y, por consiguiente saladas. Cuando la primera célula albuminoidea encontró condiciones precisas en remotísimas charcas, más allá de pretérito de siglos del la Paleontología, se inició la vida.
Tal vez ésta tuvo comienzo en una tenue coloración de clorofila, después de un laborioso proceso bioquímico, de siglos, entre la materia y la luz….
Será por eso que algunos mocos tienen color de célula original.
Yo me urgaba las narices, deporte sano este al que, luego, se entregó Mariana, mi hermana; y Carlos Arturo se comía las uñas.
Cosa rara: Carlos Arturo también se comía las puntas de los libros que nos servían de textos en las escuelas de los hermanos maristas.
Recuerdo que un Atlas Geográfico por F.T.D. se lo comió por los cuatro ángulos, dejándolo completamente redondo.
Mi papá, que era una fiera, le dio látigo. Mi papá no tenía base alguna que le hubiera hecho meditar en la posibilidad de que Carlos Arturo tuviera en su ancestro una colonia de termes y que, por lo tanto, le hiciera, para su fisiología, falta la celulosa.
El termes tatarabuelo, si bien es verdad que no había marcado zurcos apreciables en la forma externa de Carlos Arturo, sí le había dejado una tara de necesidades funcionales especiales que hubieran podido ser una explicación satisfactoria de su avidez por el papel.
También es aceptable la teoría, muy moderna, de que por un mecanismo nemotécnico sui géneris, su caletre no podía retener las islas, archipiélagos, ríos y volcanes, sino comiéndose el Atlas Geográfico por F.T.D.
El perjudicado fui yo porque como estudiábamos en el mismo texto, Carlos Arturo se comió y se aprendió no solo la suya sino también mi parte de geografía.
Y fue así como mientras el era el primero de la clase, aprendiéndose por la ibas digestivas la geografía, yo tenía que contentarme con urgarme las narices y prender, muy humildemente, los mocos en los bancos de la escuela.
- Alberto, los juegos te proporcionaron placer, y las leyendas familiares?
- Qué felicidad cuando mi mamá me daba permiso para “ir a jugar donde tía María Ignacia”…
Tía maría Ignacia, hermana de papá Simón, mi abuelo, era la viuda del gran general don Tomás Cipriano de Mosquera.
Mi madre y mis tíos, huérfanos desde muy niños, en su casa se criaron.
Y tía maría Ignacia quería mucho a sus sobrinos. En especial a Matoño, mi primo, y a mí.
Tenía voz gruesa, de hombre; usaba redecilla en la cabeza para sujetar el pelo – cosa que me llamaba muchísimo la atención.
Otra cosa inusitada de su propiedad era un cojín de plumas, en el que nos revolcábamos todos los sobrinos y nietos, con sibaritismo y voluptuosidad de gatos.
Los sobrinos teníamos mayor libertad de proceder con el cojín.
La tía nos toleraba más que a los nietos.
Tal vez se sentía con menos derecho para reprendernos con su grueso vozarrón hombruno.
Pero nada comparable al inmenso armario antiguo que había adosado a una de las paredes de su dormitorio.
Yo vivía pendiente de él.
Y qué felicidad cuando la vieja se dirigía, llavero en ristre, hacia el vetusto mueble repleto de promesas de “almojábanas”, panderos y galletas! En estos momentos tía María Ignacia se convertía, a mis ojos, en algo sobre-natural; en un dios propicio, con voz gruesa de hombre, redecilla en la cabeza, cojín de plumas y armario inagotable, pródigo de indigestiones para cucarachas, ratones, nietos y sobrinos…
Tía María Ignacia era mi madrina y el día de mi primera comunión – que debió ser el más feliz de mi vida – me regaló “ El camino del Cielo”, libro prodigioso que tenía un rosario de “Avesmarías “ rojas y “Padrenuestros “ azules, de vidrio tallado, en un bolsillo interior que ahuecaba una de sus pastas de cuero de caimán.
“Para mi querido ahijado Alberto, en el día más feliz de su vida. Su tía María Ignacia”.
No he podido saber por qué, pero siempre tuve clavada, en medio encéfalo, la idea de que tía María Ignacia era el general Mosquera que, por algún motivo poderoso, vivía disfrazado de mujer.
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Un día me mandaron a jugar a donde tía Evarista.
Toda la mañana estuve con Jorge Eduardo encaramado en el naranjo de la huerta atisbando, por encima de la tapia, hacia el solar de la casa vecina.
Había algunas matas de plátano y las sirvientas, cuando Jorge Eduardo y yo estábamos de suerte, salían al solar y se ponían en cuclillas detrás de los colinos.
Esto tenía un inmenso interés para nosotros.
Y nos pasábamos horas enteras, a horcajadas en una horqueta del naranjo, en una actitud y un silencio hieráticos de fakires….
Cuando regresé a la casa, tuve la intuición repentina de que había traído a alguien de Paris.
Efectivamente: las puertas y ventanas de la alcoba paterna estaban cerradas y las rendijas tapadas con tiras de papel.
En la pieza de tía Enriqueta estaba la caja de paraguas, todavía con paja, en la que acababa de llegar, efectivamente de Paris, una niñita, roja como una remolacha.
En Popayán, la cigüeña no intervenía para nada en el acarreo de muchachos.
A todos nos traían de Paris y quien recibía el paquete en el correo era siempre misiá Inés.
Qué ira me dió aquel día en que trajeron de Paris a Mariana ¡
Lloré y renegué porque no me habían avisado, estando allí no más, donde tía Evarista, y sobre todo habiendo recomendado que cuando trajeran otro hermanito me llamaran para verlo desempacar.
ALBERTO MOSQUERA .1955